Empecemos por definir, según la RAE, que es crisis y actitud: Crisis  Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados” y actitud “Disposición de ánimo manifestada de algún modo”. Hay otras definiciones pero, tomaré éstas que tienen que ver con el cometido.

¿Cuántas veces hemos mencionado el término crisis en los últimos años?  Muchas, es de uso casi cotidiano.  Me he preguntado, somos sólo los latinoamericanos los que usamos a menudo esta palabra, ¿O es de dominio mundial?  Y creo que es de uso universal y que no solo se aplica a los negocios sino a todos los ámbitos de convivencia. ¿Y en cuantas ocasiones hemos pensado en la actitud frente a la crisis? Varias?, nunca? a veces?  Sobre esto vamos a reflexionar en este documento.

Dicho lo anterior voy a pasar a hacer un análisis de estas palabras desde mi observador personal y profesional, con el único objeto de compartir con quienes lean este ensayo un punto de vista.

Yo creo que todos los cambios producen una crisis, si son grandes, la crisis (resistencia también podría ser) es de su mismo tamaño o mayor.  Si son pequeños, son generalmente aceptados y asumidos sin mayores complicaciones, todo depende de cada persona.   Esta reflexión nos lleva a concluir que ante cualquier inconveniente (crisis), la solución depende de la actitud de quien lo enfrenta.

Recordemos nuestra niñez.  Cuáles son los primeros problemas (crisis) que enfrentamos.  Talvez no alcanzar los objetivos que nos plantearon los padres o los profesores, y, sin darnos cuenta caemos en una crisis que deriva en un sentimiento de culpa y de frustración, sin contar con ese aire de disgusto o la acusación “me has defraudado” que nos persigue.  Cada uno, reacciona de manera diferente, unos se motivan y se retan a si mismos y se demuestran que una falla no es definitiva, que representa una oportunidad de mejora y muy probablemente la próxima vez lo logran, no porque ese era el deseo u objetivo de otros, sino que se convirtió en el suyo.  Los otros se convencen que no pueden y que no es su culpa porque no lo querían hacer.  Y esto me hace llegar a la primera conclusión:  Sólo cuando uno tiene un reto es capaz de vencerse.

Pasamos a la adolescencia, y en esta etapa si que tenemos todas las crisis posibles, nos cambia todo, nos cambian todo, nos exigen todo, nos dan más responsabilidades de las que, a nuestro entender, somos capaces de manejar y además pasamos por esa etapa bien llamada la edad del burro, y la pasamos mal, muy mal, porque en primer lugar no entendemos que crecer es doloroso, y que si no asumimos los retos no podremos llegar a una juventud digna que luego será una vejez digna.  Y esto no lo entendemos porque, en este período de la vida la rebeldía nos obnubila.  Y unos pocos años más tarde, volvemos a sufrir porque de pronto se acaban las vacaciones largas, las interminables tardes con los amigos, los paseos en cualquier día de la semana, dormir hasta tarde, y un largo etcétera de prebendas que perdemos sólo porque nos volvemos “grandes” y ¿Cuál es la actitud? Nos aferramos a la figura de Peter Pan o nos paramos frente al espejo y decidimos dejar una huella en el camino.  Me parece que no hay más alternativas.

Y terminamos de estudiar y empezamos la carrera profesional, muchas veces trabajamos en los que nos gusta y otras en lo que se puede, y muchas donde queremos trabajar y otras donde nos dan la oportunidad.  Y toco una muy importante palabra por primera vez en este documento, y lo recalco porque estoy convencida que en todo hay una oportunidad, si la queremos ver y aprovechar o la dejamos pasar por ceguera o pereza mental.  Entonces llego a la segunda conclusión:  Todo depende de cada persona y de la actitud que le queramos poner a cada situación.

Todos los días, en todos los ámbitos nos enfrentamos a crisis permanentes y sólo nosotros decidimos si son grandes o pequeñas, aquellas que valen la pena, que nos van a dejar algo o esas que sólo nos enceguecen.  Todo depende de cada persona.

En este camino, en donde, si decidimos dejar huella, debemos tener la actitud para ello y que quiero decir con “tener la actitud”, para mí, es simplemente tomar la decisión de hacerlo y lograrlo, no es un concepto muy complicado de recordar ni de practicar.

He ido con detalle por las etapas de la vida porque este ejercicio, me ha ayudado a confirmar un precepto que es parte de mi conciencia.  La actitud es todo.  Por ejemplo, cuántas veces hemos pasado por crisis familiares, cuando nos peleamos a muerte con los hermanos por una nimiedad.  Si no tenemos una actitud positiva frente al hecho, puede derivar en una enemistad permanente.  O cuando convivimos con una persona, cuantas veces no pensamos en la separación como una solución a las crisis.  Si no tenemos la firme decisión de que los problemas de convivencia son sólo eso, terminamos siendo parte de los altos porcentajes actuales de divorcios y separaciones.

En el entorno empresarial como en la adolescencia, la palabra crisis es  parte del vocabulario de mayor uso y creo que es cuando se nos presenta nuevamente una oportunidad y si el entrenamiento ha sido bueno durante la vida, pues, ya sabemos cómo debemos enfrentar las crisis, con ACTITUD, así, en mayúsculas, porque hay que tener actitud para convencernos que las crisis siempre tienen una arista que nos da el permiso para aprender y que si vemos el vaso lleno venceremos los obstáculos y saldremos adelante.

Sin ir muy lejos, acabamos de pasar por un período complicado para los negocios, por la falta de seguridad política y económica y, como compañía, y siguiendo esa convicción de la que hemos hablado no dejamos de invertir ni de perseguir nuevos horizontes, ni pensamos en irnos del país, hicimos lo contrario, le pusimos buena cara y buena actitud.

Finalmente una reflexión muy decidora sobre la actitud.  Hemos sido testigos de las glorias conseguidas por algunos atletas ecuatorianos en los últimos meses.  Ellos con muy pocos recursos económicos y materiales, nos han dado una lección, al lograr los mayores éxitos que un atleta puede alcanzar, pero lo más importante de esto es que no se conformarán con estas glorias, seguirán luchando por conseguir el sueño olímpico y hacerse de una medalla que será el reflejo de su persistencia, esfuerzo y constancia.  Eso es actitud, no importan los obstáculos.  Y con esta reflexión llego a la última conclusión: Todos podemos lograr lo que queremos todo depende de cada uno y de la actitud.

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